Pepe Hortelano nos ha dejado, y con él se va un personaje insustituible en la Altea de los años 1960 al 1980. Época de máximo esplendor de su proyecto de vida, aquel que inició en la Bar Las Vegas al final delos ‘50 y concretó más tarde, hacia 1964, en el Bodegón. Nos queda su recuerdo en las páginas gloriosas que escribieron poetas y escritores sobre sus mesas, al lado de una jarra de vino de Xalò, o en la huella que sus espacios dejaron en las páginas de los libros de muchos autores que por allí pasaron.
Era el Bodegón lo que los romanos llamarón una taberna, tenía todo el sentido de la palabra, era el lugar de charla y regocijo, lugar propio de gente atractiva, divertida, ocurrente, llena de alegría de vivir. Bares y Bodegones en los que él escribió a través de la mano de innumerables artistas la imagen de la Altea que soñaba, y allí aparecieron frescos y murales sobre las paredes. Allí se construyó en parte el imaginario icónico de Altea a través de pinturas que todos disfrutamos, en una mezcla de arte popular de gran calidad y gusto exquisito, y además efímero, lo cual añade el valor de la nostalgia, de aquellos días de vino y rosas de la Altea de los 60 y 70.
Siempre nos quedará su recuerdo, la de su Altea, de aquella Altea que fue, de la Altea bohemia y desenfadada, rodeada de personajes de las artes, la política y los medios de difusión nacionales e internacionales: la Altea de la que nos sentimos orgullosos muchos alteanos.
Mi relación con él, con su familia, siempre fue cordial. Fuimos vecinos, además de joven cliente de sus mesas frente a
una playa llena de gaviotas que un día plasmó en
un precioso dibujo- regalo que hoy
disfruto- Benjamín
Palencia, su asiduo amigo y cliente. Fui discípulo
de sus muros, de los murales que en ellos vivían y que yo, joven inexperto, intentaba reproducir buscando un lenguaje
propio, la más de las veces infructuosamente.
Mi última relación indirecta con su persona fue precisamente a raíz de mi último libro, para el cual solicite información gráfica que amablemente
me cedió la familia y que queda plasmada en él. Le mostré el texto y las imágenes
remaestreadas, tengo entendido
fueron de su agrado, tal como me indicó una nota en la cual se me recordaba que dos personajes faltaban a la larga lista de personas relevantes que pasaron por Las
Vegas o por el Bodegón: Rita Hayworth, Ernenst Hemingway y algunos otros, a lo cual
atendí presto.
Sea mi
epitafio a Pepe Hortelano el texto dedicado a su Bodegón de
Pepe en “Paseando por las alteas”.
Hasta siempre Pepe!!!
“El
año de 1964 el Bodegón de Pepe abre sus puertas frente al mar, cierra José
Hortelano el bar Las Vegas y su nuevo y próspero negocio hace realidad su sueño: un lugar bohemio, de artistas, donde las
personas relevantes de la vida artística, política y deportiva, no sólo
alteana, también española y europea, pasan un agradable rato al mediodía
tomando sus habas o mejillones con un fuerte vino de
la tierra, o por la noche, cenando carnes a la brasa o sardinas, unas de las
mejores del Mediterráneo. Una buena carta corta, propia de un buen mesón.
Ir al Bodegón fue, durante años, un
destino común de jóvenes y mayores, Pepe
y Pedro (o Lorenzo) sabían atraer a la gente, hacer que
estuvieras como en tu casa. Pedro, cariñosamente, nos decía a un grupo de
jóvenes amigos que frecuentábamos el local: “Ganes tinc que acabeu la carrera y
demaneu... no tan sols la cervesseta. Tot vindrá!”
Era un buen lugar donde llevar a los amigos, donde coincidir con aquella pléyade de
artistas que a todas horas llenaban el Bodegón. Por allí pasaban Federico
Muelas, el poeta, periodista, editorialista y guionista cinematográfico de la
Generación del 36, podías saludar a Félix Buttersach, o su esposa
Ana, el director del Münchner Merkur -de quienes años más tarde tan buenos
recuerdos tiene este autor de las veladas y cenas en su casa de La Galera-, por
allí estaba el presidente del Nottingham Forest alguna tarde de verano... Junto a ellos políticos españoles, personalidades alemanas o
suecas, pero ante todo artistas de cine, toreros, futbolistas... que dejaron
sus fotografías y sus dedicatorias en las paredes del Bodegón: Antonio
Bienvenida, Gert “Torpedo” Müller, Urtain, Manuel Fraga, Santiago Carrillo,
Jorge Mistral, Aurora Bautista, Manolo Escobar, Toni Leblanc... y Santiago
Bernabeu, buen amigo de Pepe Hortelano
Si este público marcó el carácter
del Bodegón, también el espacio físico y humano estuvo condicionado por la impronta que los artistas dejaron en sus muros. Los frescos, los
cuadros, las colecciones de objetos, las fotografías de aquellos personajes,
vivieron con nosotros unos años inolvidables. Especial mención hay que hacer a
Benjamín Palencia, el gurú de este lugar, pero también a artistas
como Polín Laporta, Ellis, Sum Miller, Karpi, Banest, Rob Vanheste, Oker
Anderson, Tuler... ellos llenaron aquellas paredes de color, formas y poesía.”
“Pepe Hortelano” retrato de Tuler. Gentileza
de la Familia Hortelano
“Marineros”, fresco de
Ellis. Desaparecido. Restauración digital del autor. Foto original gentileza de la familia Hortelano.